Dentro del círculo de practicantes de medicina funcional se ha puesto de "moda" el diagnóstico de hipotiroidismo. Para los practicantes de medicina funcional se ha vuelto fácil hacer este diagnóstico incluso con valores de laboratorio dudosos. Por un lado lo entiendo, tanto para el paciente como el practicante, es atractiva la idea de ya tener un diagnóstico que tratar. Pero por el otro lado, medicar a un paciente con hormona tiroidea de forma innecesaria puede agravar los síntomas del paciente. Aunque creo que el trabajo que se está haciendo con la medicina funcional e integrativa es genial, creo que hay que tener cuidado al hacer ciertos diagnósticos. El de hipotiroidismo es uno que parece haberse puesto de moda entre los pacientes que buscan este abordaje funcional y entre sus practicantes. ¿Por qué sucede esto? En medicina funcional acostumbramos usar rangos de laboratorio más estrictos con el fin de estar más cerca de un valor ideal que normal. Pero esto puede tener sus pros y sus contras. El contra siendo hacer un diagnóstico de hipotiroidismo y empezar una terapia de reemplazo hormonal de forma innecesaria. Pero, entonces ¿cómo hacer el diagnóstico de hipotiroidismo? En general debemos ver una TSH alta y T4 total baja. En general, una TSH mayor a 4.5 mlU/L y una T4 total menos a 1.3 ng/dL son bastante coincidentes con un verdadero hipotiroidismo. En el caso de la TSH el valor óptimo es entre 0.45 y 1, y el deseable entre 0.45 y 2.5. Aquí es importante distinguir entre los valores óptimos, deseables y más. Creo que un verdadero hipotiroidismo como lo definimos arriba, justifica la terapia de reemplazo hormonal. Pero, ¿qué pasa con las personas que caen entre esos rangos ideales y los francamente patológicos?
Esos son los casos que en mi opinión es mejor iniciar un tratamiento más conservador. Por ejemplo, un protocolo de reparación intestinal (la relación que existe entre la disfunción gastrointestinal y las enfermedades tiroides está bien documentada), o asegurarnos de la suficiencia de ciertos nutrientes necesarios para la correcta función tiroidea, y después de 8 a 12 semanas volver a checar las pruebas de función tiroidea.
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Mayo 2020
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